Son muchas, casi innumerables las producciones que aparecen cada año que poseen características similares a las plasmadas en alguna de las obras maestras que forman parte de la saga The Legend of Zelda. Sin ir más lejos, uno de los grandes hits de este año, el reciente y sensacional Genshin Impact, bebe claramente de la savia de The Legend of Zelda: Breath of the Wild, algo que también sucede con el juego que nos ocupa en este análisis, Oceanhorn 2: Knights of the Lost Realm. Un título que se estrenó hace un tiempo en los sistemas iOS y que fue bien recibido por la mayoría de sus usuarios, una producción que acaba de llegar en formato digital a la consola de Nintendo a través de la tienda eShop.
En esta ocasión y desde el punto de vista argumental, estamos ante una precuela ya que la historia tiene lugar un milenio antes de los eventos sucedidos en la entrega original. Sin embargo y a pesar de este hecho, desde nuestro punto de vista, es una aventura perfectamente disfrutable con independencia de haber jugado a dicho primer episodio de esta saga. El mundo de Gaia se ha visto amenazado por el malo de turno, Mesmeroth en esta ocasión, quien ha invadido dicha localización con sus tropas y ha sembrado el caos.
Ahí entra nuestro protagonista, un joven que debe embarcarse en una odisea de unas 20-25 horas de duración en la que tiene que acabar con dicho tipo y su ejército de monstruos, contando eso sí con la colaboración de ciertos personajes, algunos bastante importantes. Una historia bien perfilada y narrada en nuestro idioma (al menos los textos) que, eso sí, pierde bastante trascendencia a medida que progresamos.
Siguiendo la estela de Breath of the Wild
Aunque no nos gusta establecer comparaciones relativamente intensas entre títulos por regla general, en este caso resulta inevitable. Y es que el desarrollo que posee esta aventura en 3D se asemeja mucho a la vivida en las andanzas de Link, sobre todo en la increíble Breath of the Wild. Si ya la primera parte tomaba prestados multitud de elementos y mecánicas de juego de dicha franquicia tan consagrada, en esta segunda entrega las similitudes se han acentuado más con BotW hasta el punto de que incluso se ha producido un cambio muy notorio, el de la perspectiva, siendo justamente esta una de las permutas más significas que se han efectuado entre la edición original y la que nos ocupa. La vista cenital picada que acogió a Oceanhorn ha sido sustituida por una perspectiva en tercera persona, permitiéndonos visualizar mejor los amplios escenarios que dan cabida a esta aventura. Junto a esto, otro elemento de juego que ha sido heredado de BotW es la barra de resistencia, la cual debemos tener siempre muy presenta y que limita algunas de nuestras acciones. Y para terminar, tanto el sistema de control global como numerosos aspectos también dejan clara la influencia Zéldica, algo que por otra parte nunca han negado sus desarrolladores, más bien lo contrario.
Entrando ya en harina, la exploración de los fondos es nuestra tarea primordial, pudiendo visitar una destacable diversidad de localizaciones diferentes, incluyendo por supuesto las clásicas mazmorras. Estos laberínticos lugares esconden cofres que podemos ir recolectando, cuentan con estancias a las que únicamente es posible acceder con llaves, por sus habitaciones pululan enemigos de todo tipo (jefes finales incluidos) y, también, es necesario solventar diversos puzles para conseguir avanzar por su interior. El diseño de todas estas mazmorras no es el mejor que hemos visto nunca, algo que también sucede con el planteamiento de sus puzles, demasiado básicos y poco originales en general, aunque es cierto que algunos poseen más gracia. Sobra decir que estos lóbregos recintos poseen una relevancia extrema en el cómputo global de la aventura, algo que también ha sucedido siempre con la saga Zelda.
Otro elemento fundamental son los combates, enfrentamientos que tiene lugar en tiempo real y que se convierten en uno de los aspectos menos conseguidos de todo el juego. Y es que las batallas son flojitas en general y adolecen de la intensidad necesaria, y a eso se suma una gama de movimientos más bien escasa para el protagonista y unos patrones de ataque poco trabajados para los adversarios en general. Por fortuna el resto de los elementos que también forman parte de esta aventura están mejor recreados, como por ejemplo todo lo que tiene que ver con la mejora paulatina de las habilidades del protagonista, quien puede ir encontrando nuevos objetos, armas, corazones y hasta aliados (a los que podemos dar órdenes) a medida que progresamos. La sensación de ir evolucionando sí que está muy bien medida, y nos anima a seguir recorriendo el mundo de Gaia en busca de nuevos desafíos, misiones, secretos y multitud de contenido que esconde.
De hecho y en este sentido, tiene mérito que esta obra fuera ideada primeramente para sistemas móviles porque, sinceramente, posee unos valores de producción y una cantidad de elementos jugables y detalles de todo tipo que cuesta creer que sea una producción de carácter independiente. Personajes secundarios con los que interactuar, zonas ocultas esperando a ser descubiertas, armas y objetos (como el gancho) que nos van permitiendo acceder a nuevas áreas, la posibilidad de navegar por el océano para visitar otras localizaciones del mapeado y demás elementos dotan a esta aventura de una profundidad muy plausible. Una obra que a poco que te guste el género al que pertenece resulta tremendamente disfrutable a pesar de sus pequeños defectos.
La ya apuntada influencia que posee Zelda: Breath of the Wild en esta producción también se extiende a su faceta gráfica. Y es que tal y como podéis comprobar, la línea artística que posee esta producción recuerda mucho (algunos pensarán que incluso demasiado) a la recreada en la maravillosa odisea de Link. La paleta de colores empleada para dar vida a los variados escenarios, el diseño de los ropajes de los protagonistas o el modelado de ciertos enemigos evocan claramente a los mismos integrados en la maravilla de la Gran N. Eso sí, a pesar de este gran parecido la obra que nos ocupa queda lejos en materia técnica de lo mostrado en el clásico de Nintendo, dado que las animaciones, el grado de detalle que muestran los fondos y demás elementos no alcanzan ni de lejos la misma calidad. Pero a pesar de esto, en general es una obra que llama bastante la atención y posee un buen rendimiento. El sonido pasa algo más desapercibido, dado que tanto los efectos como el doblaje y demás aspectos cumplen con creces pero no destacan por nada en particular.
Un viaje interesante y absorbente
Resulta complicado no entretenerse y perderse en la propuesta que nos ofrece Oceanhorn 2: Knights of the Lost Realm. El mundo que podemos explorar es amplio y presenta numerosas áreas bien diferenciadas, las mazmorras son numerosas y gozan de un buen diseño en general, la sensación de evolución está bien conseguida, la jugabilidad presenta muchos matices distintos Además es una segunda parte con todas las de la ley, ofreciendo una interesante gama de innovaciones, siendo la principal el cambio de perspectiva (de cenital picada a tercera persona). Una aventura muy disfrutable que, eso sí, ni se acerca a lo establecido en las mejores aventuras de Link, dado que ni el planteamiento de sus puzles ni el sistema de combate alcanzan una calidad destacable, por no hablar de su evidente falta de originalidad. Pero, insistimos, es un notable representante del género.
Hemos realizado este análisis mediante un código de descarga enviado por Plan of Attack.